Querido Camilo:
Te escribo este, mi último mensaje, a una dirección imposible. Espero que
puedas leerlo. Me retuerzo de rabia y de desesperación al pensar que podíamos
haber hablado antes. Deberíamos haber hablado mucho antes. Hace dos semanas que
decidiste marcharte y no pasa ni un día ni una noche que no me acuerde de ti. Sigo
sin poder aceptar ese último paso que diste en tu vida. Unos me dicen que
estabas enfermo y deprimido. Otros que te conocían bien y con quien mantuviste
el contacto hasta el último día, me aseguran que no estabas enfermo psíquicamente
pero sí muy hundido y decepcionado. No puedo imaginarme tus últimos días,
ni tus últimas horas: sólo, sin dinero, sin amigos, y probablemente deambulando
desorientado y cabizbajo por tu querida Sevilla. ¡Si lo hubiera sabido habría corrido hasta ti para socorrerte! Te hubiera ofrecido mi ayuda y tú deberías
haberla aceptado después de más de treinta años, el tiempo en el que fuiste como
un padre para mí. Con tu decisión, o la de la persona que te suplantaba en ese
momento, porque no puedo creer que fueras tú, se ha derrumbado uno de los
pilares que sustentaba mi vida. No me había dado cuenta hasta el día 2 de
julio lo importante que has sido para mí durante tantos y tantos años. El tiempo
que hemos pasado hablando de intimidades y de problemas, la gran cantidad de
consejos y experiencia que me ha servido en tantas ocasiones para seguir
adelante desde que tenía veinte años. Y ahora vas y decides marcharte así: sin
avisar y de ese modo tan horrible y triste. Me acuerdo cuando me escribiste tan
ilusionado porque te habían nombrado director de Pinatar, un centro de jóvenes,
“a mi edad”, decías, y que te podría visitar allí. Después, en uno de tus
últimos mensajes, antes de que nos distanciara la vida, me decías:
Bótel:
¿Piensas que no me acuerdo de ti porque no nos escribamos tan a menudo? Pues
que sepas que yo te sigo encomendando todos los días, no será fácil que me
olvide de ti y los tuyos; hemos vivido muchos momentos muy buenos. Y si pasas
momentos difíciles, con más razón rezaré -y reza tu tb- para que sepas
superarlos con Fe y con esfuerzo…. TODO SE PUEDE SUPERAR, para Dios no hay nada
imposible.
Un abrazo
Camilo
Como sabías, había perdido la fe, pero no dudaba de la tuya y quizás,
inconscientemente, me seguía apoyando en ella. ¿Ves como no puedo entenderte y
me es tan difícil aceptar tu marcha?
Como ves, no estoy escribiendo un panegírico, ni una elegía. Estoy escribiendo
una queja porque no deberías haberte ido así. Mira, cuando recibí el WhatsApp
de nuestro querido amigo Juanjo en el que me decía que habías muerto, estaba en
el jardín, regando el césped y lo asumí con resignación. Te imaginé vencido por
el cáncer, acostado en la cama, con el rosario en la mano y rodeado de tus
hermanos espirituales. Rememoré entonces tantos momentos juntos y decidí aceptar
la situación de manera pausada y tranquila. Pero a los pocos minutos, me llegó el mensaje en el que me decía que te
habías lanzado a las vías del tren. Entonces se abrió un abismo bajo mis pies. Sentí náuseas y un dolor profundo que me llevó a llorar desesperadamente,
como el crío que ha perdido a su padre.
Camilo, no te perdono el que te hayas ido así. Algunos, para explicar tu
decisión, o intentar explicársela a sí mismos, me contarán que estabas mentalmente
enfermo, o que tenías el cerebro infectado con la metástasis de tu maldito
cáncer recurrente. Pero nadie me podrá explicar por qué coño estabas sólo en en
ese momento, el día 2 de julio a las trece y veinte, cuando decidiste dejarte
la vida en las vías entre Sanlúcar y Benacazón.
No puedo entender que, tú, que habías guiado a tantos, no
pudieras ayudarte a ti mismo, ni que nadie te pudiera ayudar.
Cuando a los dos días hable con Chino para que me explicara mejor qué había
pasado, me dijo que hablara otra vez contigo, como lo hacíamos antes, y que me querías
mucho. Y aquí estoy, haciéndolo por escrito y gritando para decirte que no
deberías haberte ido así.
Camilo, estoy enfadado, desorientado y totalmente afligido. Me has dejado huérfano,
a mí y a tantos. Ahora, si lo tienes a bien, contéstame e intenta arreglar este
desaguisado que has organizado.
Un abrazo
Bótel
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