martes, 28 de agosto de 2018

El abuso sexual del clero y la venganza de Viganò


Con la carta de Mons. Carlo Maria Viganò acusando falsamente al mismísimo papa Francisco de ser encubridor de pederastas (caso McCarrick), ha salido de nuevo a la superficie la asquerosa lucha de poderes entre corrientes rigoristas y progresistas que se está librando en la iglesia católica. Viganò, quien ya estuvo implicado en el famoso caso Vatileaks y quien no se puede librar de la sospecha de venganza por no haber podido escalar puestos en la curia romana, lanza ahora sus dardos envenenados contra el papa Francisco. La situación está siendo aprovechada por algunos para atacar al papa que no dirige a la iglesia según su mentalidad conservadora. 

Pero Viganò miente. Y su informe se desmiente solo, como apuntó Francisco hace unos días.

Francisco hizo renunciar este año a MacCarrick por abusar de un monaguillo de 16 años en 1971 y 1972, cuando era sacerdote en Nueva York. Francisco reaccionó a las acusaciones de pedofilia que son un delito. El informe de Viagnò no trata de esos abusos sino de las relaciones homosexuales con sacerdotes y seminaristas adultos. Eso, aunque pueda ser un problema interno para la Iglesia, no es un delito. 

Según el informe, Benedicto XVI habría sancionado a McCarrick en 2009-2010 apartándolo de la vida pública, y las apariciones de McCarrick son interpretadas por Viganò como desobediencias que no habrían sido reprimidas inmediatamente por Roma. Viganò tendría que demostrar que durante el pontificado de Benedicto XVI realmente se dictaminaron esas “sanciones secretas” (¡pero si es muy fácil! Pregúntesele al todavía vivo Benedicto XVI) y por qué, si tenía prohibida toda aparición pública, McCarrick aparece en unas fotos precisamente junto al papa Benedicto XVI en varias ocasiones desde el 2010 y en su despedida en 2013. O explicar la foto de portada de esta entrada en la que aparece en mayo de 2013 (sentado el primero por la izquierda) junto al abusador y, según él ya entonces, sancionado cardenal McCarrick.

Las sanciones disciplinarias dentro de la Iglesia son oficiales y pueden ser demostradas sin problemas. Las “sanciones secretas”, si es que existieron, no pueden ser demostradas. ¿Por qué ataca Viganò a un papa diciendo que rehabilitó a McCarrick si fue precisamente Francisco quien lo sancionó oficialmente este año hasta el punto de pedirle la renuncia al cardenalato, algo inaudito en la historia de la iglesia? ¿Por qué publica esa carta justo en el momento en el que salen a la luz más casos de abusos en EEUU y el papa se encuentra ante una presión mediática inmensa? ¿Por qué no publicó ese informe hace unos años, si por entonces sabía tanto de los supuestos encubrimientos? Sí estaba seguro de que McCarrick era un abusador sexual sancionado, ¿por qué aparece en tantas fotos de actos, misas, entregas de premios etc... junto a él? ¿No es esto encubrimiento?

¿Por qué acusa ahora al papa Francisco en una operación orquestada junto con periodistas y medios rigoristas católicos para intentar derrocarlo?

Pues por venganza. 

Este tipo se vió alejado de puestos en la curia y ahora aprovecha la oportunidad para ver si puede acabar con todas esas personas, incluido el mismísimo papa.

Pero no olvidemos la cuestión fundamental: el escándalo de comportamientos sexuales inadecuados de tantos miembros de una institución que, precisamente, predica una estricta moral sexual. Los casos de abusos en Argentina, Chile, Colombia, Irlanda, Estados Unidos, Australia, Alemania, Ecuador, México y en tantos otros países y el encubrimiento por la jerarquía como en el caso del fundador de los Legionarios de Cristo, Maciel, me lleva a pensar que nos encontramos ante un problema específico de esta forma de vida. 

Algunos intentan convencernos que estos abusos se dan con determinada frecuencia entre personal que tratan profesionalmente con niños o jóvenes, y que las estadísticas no encuentran una relación entre celibato, modo de vida religiosa y abuso sexual a menores o jóvenes. Pero, de momento, no existen estadísticas oficiales. Y sería fácil hacerlas. Sólo habría que seleccionar, por ejemplo, la profesión de educadores, y comparar el número de personas casadas con el de religiosos célibes implicados en estos casos de abusos. 

Hasta que no poseamos esas cifras no podemos hablar, pero de momento sabemos que, de 400.000 clérigos católicos que existen en el mundo, la Iglesia admite que hasta un 5 % han sido implicados en casos de abusos, es decir, unas 20.000 personas. Y eso sólo representa los casos denunciados. ¿Cuantos más no habrán salido a la luz, no habrán sido denunciados o habrán sido silenciados? A mí me parece una barbaridad. 20.000 personas que predican la santidad, el amor al prójimo, y una estricta moral sexual… se hayan dedicado a abusar sexualmente de niños y jóvenes.

No creo que esas personas sean sólo enfermos mentales o delincuentes. Sinceramente creo que una vida sexual y emocional sana y no reprimida hubiera evitado ese comportamiento abusivo y desviado. Espero que algún día las estadísticas iluminen este oscuro aspecto de la iglesia. 

Me pregunto cómo pueden los fieles confiar en una institución y en sus representantes divinos cuando están tan contaminados por escándalos sexuales e intrigas de poder. Se explica por sí solo el descenso de creyentes y la huída creciente y en masa de esas estructuras cada vez más rancias del poder religioso. 


Yo lo veo así.

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Para conocer un poco más a este "exterminador de papas" picha aquí.



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