martes, 9 de julio de 2013

Milagros, rumorología y ciencia


Lo sobrenatural me atrae, sólo hay que darse un paseo por mi blog para comprobarlo. Preguntas como la existencia del diablo y la posesión diabólica, la posibilidad de los milagros, la existencia del alma o la gran pregunta sobre el origen del Universo y la existencia de Dios son temas que me han fascinado siempre. Reflexionar sobre estas preguntas me interesa porque no es lo mismo el que nuestro origen sea divino que el que no lo sea. No se encara la vida ni la muerte de la misma manera si creemos que viviremos siempre o si pensamos que con la muerte se acaba todo. Estas preguntas se encuentran ineludiblemente ligadas a la religión y a la moral y están irremediablemente expuestas a la contaminación humana. Me explico. 

Por definición, las preguntas sobre lo numinoso no tienen respuestas, es decir, estos temas no pertenecen al ámbito de lo empírico, no se pueden demostrar, con lo que determinadas posiciones ante las mismas se convierten en religión o, si se quiere, en una cosmovisión (“Weltanschauung”) cuya tentación de imponer a los demás proviene de nuestro natural afán de posesión y dominación. Se han escrito muchos libros tratando de ofrecer una explicación sobre el origen de las religiones. El hecho es que están ahí y no pueden ser todas verdaderas, ni siquiera dos al mismo tiempo. Desde el punto de vista lógico también es posible el que ninguna lo sea. Si aceptamos la hipótesis de que sólo una religión puede ser la verdadera, entonces el resto deben tener irremediablemente un origen humano. Es decir: el hombre es capaz de inventar religiones, de contaminar o incluso de crear lo numinoso.

Personalmente creo que Jesús de Nazaret resucitó al tercer día de haber sido ejecutado. Mis razones tengo para pensar así y que a algunos gustarán y a otros dejarán indiferente, pero no es ese el tema que quería desarrollar aquí hoy. Lo que realmente me interesa es desenmascarar, descubrir aquellos temas en los que la mano del hombre ha intervenido para contaminar ese ámbito de lo numinoso. Por eso he dedicado ya varias entradas al tema de las posesiones y a la imposibilidad o la incapacidad de los responsables religiosos para explicar y aclarar de una vez por todas la veracidad de afirmaciones como las que el periodista y autor José María Zavala vertió el domingo pasado en el programa de cuarto milenio. 

Hablando sobre exorcismo, Zavala trajo a colación y como argumento convincente el caso de un bebé de veinte meses al que los padres grabaron por la noche utilizando una videocámara para descubrir que levitaba y jugaba con un ser invisible. El hecho, por mucho que impresione por su temática, no deja de caer en el ámbito de la rumorología al faltar, como siempre sucede, las pruebas que avalen su veracidad. En un intercambio de mensajes en la página de Facebook de este autor, Zavala me envió a internet a buscar exorcismos y esgrimió el manoseado tema de la intimidad de la familia como argumento para justificar la falta de pruebas. Otros comentaristas citaron la famosa frase del evangelio “dichosos lo que creen sin haber visto”. Zavala se equivoca, primero, porque no es morbo lo que yo busco al preguntar por este tema y, segundo, porque la intimidad de la familia y del bebé no se vería en absoluto menoscabada porque el caso se analizara de manera seria por un sacerdote, un psiquiatra, un periodista y un notario. El video también puede editarse para ocultar la identidad de las personas implicadas. Los comentaristas se equivocan porque el hecho de una posesión con levitación incluida no es un tema en el que tengamos que creer por fe. De hecho es algo que se puede estudiar experimentalmente pero cuya comprobación se nos niega aludiendo como razones la intimidad de las personas. Esto es lo mismo que afirmar que las enfermedades no se pueden estudiar porque al hacerlo estaríamos menoscabando la intimidad de los enfermos.

Como ven la lógica no se sostiene. Siempre que pregunto por “pruebas” ya sea a exorcistas (P. Fortea) o a personas que han escrito sobre el tema, como puede ser Zavala, la respuesta siempre es la misma: que al demonio no se le puede estudiar y que si la intimidad de las personas se vería afectada etc. De todos es conocida la famosa frase de Sagan "afirmaciones extraordinarias requieren evidencias extraordinarias". Sostener que una persona es capaz de levitar es una de esas afirmaciones extraordinarias pero, ojo, que no requiere ninguna evidencia extraordinaria. Bastaría con que se mostrara y se certificara que no se trata de un truco.

Esta es la razón por la que considero pura rumorología o cuentos de viejas lo que algunos exorcistas u otras personas nos cuentan en sus entrevistas o en sus libros: porque no presentan las pruebas necesarias para demostrar de una vez por todas que un poseso puede conocer cosas escondidas (gnosis), vomitar o hacer aparecer clavos a través de la piel o la aparición de escritura en la misma (dermografismo), hablar lenguas extrañas (xenoglosia), o levitar. Levitar no es algo que pertenezca al orden natural. Una vez demostrada la existencia del mundo sobrenatural (porque no me trago de ninguna de las maneras que el levitar sea un “poder de la mente”) el camino para entrever la posibilidad desde el punto de vista racional de la existencia de Dios no se haría tan penoso. Pero no, mire usted, algunos nos quedaremos con las ganas de ver probadas esas afirmaciones y además nos inundarán con ejemplos de personas vociferando y haciendo gestos extraños tras la imposición de manos de un sacerdote como las “pruebas” de la realidad de la posesión. 

Otro ejemplo donde se puede observar la manipulación de lo numinoso por parte del hombre y en su provecho es el tema de los milagros. Hace unos días hemos leído en la prensa la aceptación por parte de la Iglesia Católica de varias curaciones “inexplicables” como pruebas necesarias de la intercesión de Juan Pablo II y D. Alvaro del Portillo para poder ser elevados a los altares. Independientemente de si estas personas se encuentren o no en la presencia de Dios o que fueran o no un ejemplo a seguir para el resto de la cristiandad, algo que no tengo por qué dudar, me produce cierta intranquilidad racional el hecho de que se considere una curación como milagrosa. Es decir, el que se dé como válida la intervención sobrenatural. Como en el caso de las posesiones y sus manifestaciones, el considerar un milagro como tal implica la demostración de la existencia del mundo sobrenatural de donde proceden las fuerzas sanatorias. 

Uno de los supuestos milagros se refiere a la curación de un aneurisma cerebral de una mujer costarricense. El segundo milagro relata la vuelta a la vida de un bebé cuyo corazón dejó de latir y que volvió hacerlo un tiempo después. Nadie puede decir ni demostrar de manera convincente que estos dos sucesos no sean hechos milagrosos, pero tampoco se puede probar el que lo sean. Me explico: un aneurisma sangrante tiene una muy mala prognosis pero no se puede descartar que por algún motivo se produzca una regresión espontánea. En el artículo que cito a continuación se describe la regresión de un aneurisma después de haberse diagnosticado la presencia de dos. Las hipótesis para la regresión son variadas incluyendo la medicación junto con la manipulación física en las pruebas de la diagnosis. (Aneurysm Regression after Coil Embolization of a Concurrent Aneurysm. Chowa,et al. AJNR 2005 26: 917-921) Y éste no es el único caso. La resucitación de personas cuyos corazones se habían parado durante un tiempo no es algo que hayamos oído hoy por primera vez (addendum al final de la entrada). 

Entre los requisitos para que una curación sea considerada “inexplicable” por los organismos que rigen el análisis científico de las curaciones producidas en Lourdes se encuentran: (a) que la dolencia sea incurable; (b) que se haya puesto de manifiesto la total ineficacia de los medicamentos o protocolos empleados en el tratamiento de dicha dolencia; (c) que la curación haya sobrevenido de manera instantánea o casi instantánea; (d) que la curación haya sido absoluta; (e) que la curación no sea resultante de una interpretación derivada del estado psíquico de la persona.

Siguiendo esta guía, de los aproximadamente 7000 casos de curaciones registrados en expedientes, sólo 67 han sido reconocidos como "milagros".

Pero, desde mi punto de vista, entre los requisitos que se mencionan no se hace expresa referencia a algo fundamental: el que sea imposible una reversión natural de la dolencia o que nunca se haya encontrado entre la literatura científica ejemplos de dicha curación espontánea. Si ésta curaciones suceden de forma natural, por muy inexplicable que nos parezcan,  no tienen por qué ser consideradas milagrosas. Hoy sabemos que, gracias a Dios y nunca mejor dicho, en muchos tipos de cáncer existe una pequeña proporción de reversión de la enfermedad de forma natural. Además, hemos de tener en cuenta que se presupone un correcto diagnóstico de la enfermedad, algo que no está tan claro en determinadas enfermedades simplemente porque no tenemos todavía los conocimientos suficientes. Un ejemplo es la supuesta curación de la religiosa enferma de Párkinson, milagro que sirvió para beatificar a JPII. La enfermedad de Párkinson es una dolencia que en la actualidad tiene muchas etiologías distintas y que sólo se puede diagnosticar mediante el estudio de los síntomas y la reacción a la administración de L-Dopa y aun así existen varios tipos de parkinsonismos que pueden evolucionar de manera diferente. Sobre este presunto milagro existieron dudas en su día sobre la validez del diagnóstico o, incluso, sobre si la monja se curó definitivamente. 

Pero dejando de lado mis dudas sobre la autenticidad de los supuestos milagros me atrevo a preguntarme lo siguiente:

¿Por qué razón las curaciones milagrosas eluden enfermedades o condiciones pertenecientes a ciertas disciplinas médicas? 

No tengo noticia hoy de milagros como los que se cuentan en el evangelio: la curación de ciegos de nacimiento, sordos o resurrecciones. Tampoco de curaciones de malformaciones congénitas o retrasos mentales como el síndrome de Down, ni de la recuperación milagrosa de un miembro extirpado etc.. Ya sé que existe el famoso milagro del cojo de Calanda en el SXVII y al que Messori dedicó un libro para demostrar que este tipo de milagros también se da. Aunque el milagro parece haber sido “certificado” por las autoridades competentes en aquel tiempo, no deja de parecerme sospechoso que sea el único de este tipo del que se tiene noticia desde que Jesús restauró milagrosamente la oreja del sirviente del sumo sacerdote después de que Pedro se la cercenara con la espada. 

Los que me atacan echándome en cara mi supuesta falta de fe me responden con frecuencia que a Dios, al demonio o a sus obras no se las puede poner bajo el microscopio, pero al mismo tiempo utilizan un arsenal de médicos y técnicas para “demostrar” la inexplicabilidad científica de algunas curaciones para declararlas milagrosas. 

Como católico creo en Dios y en la resurrección de Jesucristo, pero como hombre poseedor por la gracia de Dios de un órgano para razonar, no puedo menos que poner en duda lo que unos de una manera ligera, otros desde su inocencia y sencillez y muchos abusando de la autoridad de su cargo nos quieren vender o imponer como “pruebas” de la existencia del mundo sobrenatural. 

No, así no. 

En la próxima entrada escribiré sobre un ejemplo de cómo se puede extender la fama de santidad o de vidente de una persona basándose en difundir información errónea sobre supuestas visiones e intentaré desmontar los supuestos dones y locuciones de la vidente Maria Valtorta. Mostraré una vez más el por qué no estoy dispuesto a creerme porque sí todo lo que algunos quieren que creamos, y lo haré utilizando la razón.

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Addendum:

Publican en Religión en Libertad el caso de un bebé que "resucitó" a las tres horas de haber sido declarado fallecido. Lo singular del caso es que esta vez nadie pidió su curación ni se atribuye el milagro a intercesor alguno. Esto, aunque no demuestra que el milagro atribuido a Alvaro del Portillo no lo sea, indica que este tipo de resucitaciones se producen de manera natural, sin tener por qué aludir a intervenciones sobrenaturales. Aunque para ser justos, tampoco podemos descartar que este suceso no haya sido también un milagro. Aquí el enlace. 







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