Dragolandia

Ayer comenzó su andadura en Telemadrid el programa de Sánchez-Dragó conocido como „Dragolandia“. Llegué tarde para ver el comienzo, me parecía más interesante la final España-Grecia del Eurobasket. Pero cuando por fin España barrió a su oponente y tras el saborear el regustillo de la victoria, me pasé por Telemadrid a ver como se las entendía Dragó con su nuevo programa. Me llamó la atención ver a Mercedes Milá sentada a su lado. No llegué a ver la entrevista pero no dejó de asombrarme que, Dragó, siempre condenando y sin titubeos la telebasura, tuviera como primera invitada a una persona cuyo programa es el rey de la telemierda. Luego su hija, Ayanta Barilli, nos presentó una fotografía de su padre enseñándonos el culo para continuar cinco minutos más tarde con unas radiografías de su próstata, todo dentro de un ambiente de adulación padre-hija-hija-padre con pinceladas incestuosas que bien se dedicaron a remarcar. El sexo es un tema central en el programa. Cada dos minutos se sacaba un juguetito de esos o se hacía un comentario sobre la vida sexual de alguno de los presentes y, por supuesto, Sánchez-Dragó se las daba de experimentado y liberado. El es el mejor en todo, sobre todo en sexo. La japonesita que ameniza el programa con un piano creo que es su mujer (sufrida, la pobre, ya que tiene que aceptar la poligamia virtual declarada de su hombre) y así, entre padre, hija, mujer y amigos, se chupan el presupuesto que Telemadrid ha regalado a la familia Dragó. Pasó por allí Federico Jiménez Losantos, más que nada por cumplir con padre e hija, pero creo que nunca oiremos su verdadera opinión sobre el programa.

Sánchez-Dragó ha querido hacer algo nuevo utilizando viejas y manidas técnicas. Intenta escandalizar, llamar la atención morbosa con el tema sexual, sorprendernos con alguna que otra locura como romper una tele a martillazos… y repetirnos hasta la saciedad que no tiene Dios ante el que arrodillarse y que las únicas religiones que le interesan son las politeístas.

Todo, absolutamente todo gira en torno al narcisista Dragó y su familia… bueno, y también alrededor de las gilipolleces de Arrabal y que algún idiota califica como exceso de creatividad. A mí me ha decepcionado. Prefiero seguir viendo antiguos capítulos de sus “Noches blancas” donde, al menos, se podía aprender algo. A este programa le quedan dos telediarios y si no… al tiempo.