lunes, 12 de marzo de 2012

El problema de Siria



El presidente sirio Bashar Al-Assad es oftalmólogo y cirujano de profesión. Ha tenido la oportunidad de trabajar en el Reino Unido durante un tiempo y conoce perfectamente los valores de la sociedad occidental. Su mujer, Asma, nació y se crió en el Reino Unido. Es hija de un cardiólogo y una diplomático retirada. Estudió en el Queen's y King's College de Londres y trabajó para el Deutsche Bank y en el J.P Morgan en New York antes de seguir a su marido de vuelta a Siria.

Pues bien, esta pareja de intelectuales lleva más de un año aferrándose al poder y justificando la matanza de su pueblo. ¿Cómo es posible que esta señora tan educada y exquisita y que apareció en febrero del año pasado como protagonista del desafortunado reportaje llamado “Una rosa en el desierto” de la revista Vogue (la revista ha retirado la versión online del artículo), contemple impertérrita el asesinato y la tortura de niños inocentes y de edad semejante a la de los suyos?

No se comprende que pueda asistir sin pestañear al bombardeo continuado de la ciudad de Homs, de donde proceden sus antepasados. Esta señora, de ascendencia sunita, tampoco es capaz de elevar una crítica sobre la matanza de su pueblo por parte de la minoría alauita que dirige su querido marido.

 

¿Cómo es posible que estas personas, educadas en occidente, sean capaces de ordenar los horrores que estamos viendo todos los días en las noticias? Puede que el problema no sea tan sencillo. No creo que se trate sólo de un afán desmesurado de poder o las consecuencias de un sadismo incomprensible del dictador.

El verdadero problema radica en la lucha de los grupos alauita y sunita por el poder en Siria.

Copio de algunas fuentes de la red:

En un documento escrito poco antes del final de mandato francés sobre Siria en 1943, un notable alauita pidió a las autoridades francesas que alinearan las áreas alauitas con el Líbano y no con Siria:
 
Los alawitas rehúsan ser anexados a la Siria musulmana porque, en Siria, la religión oficial del estado es el Islam y, según el Islam, los alawitas son considerados  infieles….
El espíritu de odio y fanatismo empotrado en los corazones de los musulmanes árabes contra todo lo que no sea musulmán ha sido perpetuamente alimentado por la religión islámica. No hay ninguna esperanza de que esa situación vaya a cambiar. Por consiguiente, la abolición del mandato expondrá a las minorías en Siria a los peligros de la muerte y la aniquilación.

El autor de esta carta fue Sulayman al-Assad, cuyas observaciones tiene que estar muy presentes para su nieto, el actual presidente de Siria.

Los alauitas son una rama del islam, seguidores de los doce imanes de Ahlul Bait, descendientes del profeta Mahoma. Su escuela de jurisprudencia en el islam es aquella fundada por el sexto imán, Yafar As-Sádiq. Loa alauitas son partidarios de una variante ligeramente gnóstica del Islam chiíta. También conocidos como nusairitas, son una comunidad étnico-religiosa de lengua árabe que también vive en la provincia siria de Latakiah y en un distrito aledaño del norte del Líbano y el sur de Turquía. En años recientes, los alawitas se han mudado a las grandes ciudades de Siria. Un pequeño número todavía sobrevive en Wadi al-Taym al sur del Monte Hermon.

Su religión es secreta y parece ser una mezcla sincrética de elementos extremistas chiitas (Ghulat) paganos, gnósticos y cristianos. Algunas veces son clasificados como una rama del chiismo pero, en realidad, son una religión independiente. No siguen los cinco pilares del Islam, y no tienen mezquitas sino que se reúnen en casas privadas para sus ceremonias religiosas. Sus festivales incluyen días sagrados de persas y cristianos. Tienen una ceremonia parecida a la misa cristiana y creen en una manifestación trinitaria de Dios.

Los alauitas son un pueblo tribal (dividido en cuatro tribus principales) con una sociedad cerrada. Se ve como un pueblo perseguido y despreciado, que en realidad es el pueblo escogido de Dios, los únicos que han visto la luz en un mundo tinieblas.

Su peor enemigo ha sido la mayoría sunita que los oprimió y persiguió cruelmente durante siglos porque eran considerados como heréticos y paganos. Las historias de sus sufrimientos son trasmitidas generación tras generación creando un odio latente contra los sunitas. Durante siglos fueron mantenidos en las márgenes de la sociedad siria en un estado de gran pobreza que obligó a algunas familias a vender sus hijas a ricas familias sunitas de las ciudades. Eran fundamentalmente campesinos que cultivaban trigo, tabaco, algodón y vides en las colinas.

Para el pensador sunita Ahmad ibn Taymiyya (1263-1328), los alauitas "son los peores enemigos de los musulmanes y la yihad (guerra santa) contra ellos es un gran acto de piedad"

En los años 1950, muchos alauitas integraron academias militares y se sumaron a la ideología del panarabismo y laica del partido Baas. Dos golpes de Estado (1963, 1966) los llevaron al poder. Muchos burgueses sunitas estaban estupefactos con la idea de que "los hijos de las limpiadoras" empezaran a gobernar.

El problema de Siria, por tanto, no es comparable al de Libia, Egipto o Túnez. No se trata de la liberación de un pueblo sometido a los caprichos de un dictador. Se trata de una lucha entre sectas religiosas.

Se comprende (aunque ello no lo justifique) el que Al-Assad se agarre con uñas y dientes al poder, utilizando cualquier medio para no perder los privilegios que hoy disfrutan su familia y grupo religioso: si Al-Assad claudicara no sólo tendría que exiliarse con su mujer e hijos, habría consecuencias muy desagradables para todos los alauitas que controlan Siria desde hace más de cuarenta años.

O sea que, de primavera árabe, nada de nada….

Según algunos analistas políticos, la caída de Siria podría ser el desencadenante de una guerra a gran escala entre sunitas y chiitas, desde el Líbano hasta Irak.


6 comentarios:

  1. Y en nuestro pueblo, en el Levante español, la tradicional rivalidad entre el paso blanco y el paso azul de Lorca, entre los moraos y los coloraos en Murcia, es vista por los "intelectuales" como una "manifestación de cultura castiza y retrógada".

    Pues visto desde Madrid y Alemania, me da que la sana rivalidad de nuestras Cofradías tradicionales, y visto lo visto en el paronama internacional, más parece un claro ejemplo de sana convivencia entre paisanos que otra cosa.

    ¡Ahy Jose A.!, ¡qué diferente se ve el terruño desde la distancia!
    ¡Cómo se relativizan los conceptos al viajar!
    ...
    Creo que lo único decente que voy a hacer este año es salir en la Procesión del Viernes Santo en Murcia, la de los Salzillos.

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  2. Driver, te olvidas de los marrajos y los californios cartageneros ... jajajaja
    Sí, es cierto cuando vives fuera y te "quitas la boina" se ven las cosas de manera distinta. Pero tú, Driver, tienes mucho mundo y estupendos amigos. Eso también vale mucho. Ya me gustaría poder estar en la Semana Santa murciana... y oriolana (que es donde nací) y respirar ese aire de primavera tan característico del Levante.

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  3. Hola Leandro, wikipedia, aunque al principio nadie daba un duro por ella, es muy pero que muy útil....

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  4. Nos resulta difícil creer que haya personas cultas capaces de semejantes barbaridades, de hecho nos lo han dicho muchas veces, que la violencia es un problema de falta de cultura, que con más cultura se soluciona todo y llegaríamos a una especie de nirvana en la Tierra, y yo no tengo nada claro que sea así, más bien creo que no tienen nada que ver la bondad o la maldad con la mayor o menor cultura de una persona.
    Es un ejemplo tópico, pero a Hitler le gustaba la opera, y amaba a los perros, y además creo que era vegetariano, y abstemio, y tenía un pueblo muy culto detrás que mayoritariamente le siguió...., no, no creo que el grado de cultura tenga nada que ver con la bondad, o la maldad.

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  5. José Ignacio, tienes toda la razón. La cultura o la educación no es garantía suficiente que nos salve de convertirnos en unos malvados. Pero yo creo que los valores democráticos occidentales han avanzado tanto que hoy sería casi imposible una situación como la de la Alemania de los años treinta. Tampoco puedo imaginar hoy día una guerra civil como la que vivieron nuestros abuelos. Pero todo es posible.

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