martes, 2 de agosto de 2011

Lo esencial es invisible a los ojos

Ayer, después de llevar a los niños a la cama, mi mujer se retiró a corregir los últimos exámenes del semestre y yo me largué a dar un paseo por los lindes del bosque cercano a nuestra casa. Vivimos a las afueras de Ratisbona y nuestra casa está rodeada de campos cultivables. Muy de mañana, mientras me afeito, suelo sorprender a los corzos desde la ventana del cuarto de baño. Ayer al caer el día, me fui a dar un paseo en esa hora en la que no se oye más que los pájaros entonando sus últimas notas antes de retirarse a sus dormideros. El cielo estaba de un color amarillo y púrpura y las sombras habían empezado a avanzar entre los abetos, conquistando el bosque donde ya todo era noche. Caminaba por un sendero bordeado de maizales y con el viento en contra. Al doblar una suave curva lo vi, parado en medio del camino. Era un zorro joven de color castaño y gris, me pareció más delgado de lo normal, se ve que no le iba bien esta temporada. Cuando volvió la cabeza para mirarme me encontré con sus ojos rasgados y tristes. Estuvimos un rato contemplándonos hasta que, despacio, abandonó el camino y se sumergió entre los maizales sin hacer ruido. Me acordé enseguida de aquel otro zorro, el del Principito. El mío no era tan locuaz como el del libro de Saint-Exupéry pero me hizo rememorar la conversación que se relata en ese maravilloso capítulo y de la frase que alguien, hace ya unos años, me regaló escrita en una postal:

—Ven a jugar conmigo —le propuso el principito—. ¡Estoy tan triste!...

—No puedo jugar contigo —dijo el zorro—. No estoy domesticado.

—¡Ah! Perdón —dijo el principito. Pero después de reflexionar agregó

—¿Qué significa domesticar?

—No eres de aquí - dijo el zorro al principito -. ¿Qué buscas?......

—Busco amigos - dijo el principito - ¿Qué significa "domesticar"?

—Es una cosa demasiada olvidada – dijo el zorro- Significa “crear lazos”.

….

—Empiezo a comprender - dijo el principito -. Hay una flor... Creo que me ha domesticado...

….

—El zorro calló y miró largo tiempo al principito:

—¡Por favor... domestícame!- dijo.

—Bien lo quisiera —respondió el principito— pero no tengo mucho tiempo. Tengo que encontrar amigos y conocer muchas cosas. Sólo se conocen las cosas que se domestican —dijo el zorro—. Los hombres ya no tienen tiempo de conocer nada. Compran cosas hechas a los mercaderes. Pero como no existen mercaderes de amigos, los hombres ya no tienen amigos. Si quieres un amigo, ¡domestícame!....

….

—Y volvió hacia el zorro:

—Adiós, dijo.

—Adiós —dijo el zorro—. He aquí mi secreto. Es muy simple: no se ve sino con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos.

Lo esencial es invisible a los ojos —repitió el principito—, a fin de acordarse.

El tiempo que perdiste por tu rosa hace que tu rosa sea tan importante.

El tiempo que perdí por mi rosa... —dijo el principito—, a fin de acordarse.

Los hombres han olvidado esta verdad —dijo el zorro—. Pero tú no debes olvidarla.

Eres responsable de tu rosa...

Soy responsable de mi rosa... —repitió el principito—, a fin de acordarse.

No hay comentarios:

Publicar un comentario