martes, 18 de septiembre de 2012

Islam sí, extremismo religioso no



No quiero echar más leña al fuego que se ha avivado en los últimos días con la publicación de un vídeo insultante sobre el profeta Mahoma, pero tampoco quiero dejar pasar la ocasión de dar mi opinión sobre el tema. Aquí en Alemania se está discutiendo hoy si se puede permitir la publicación del vídeo o si se debiera censurar, algo que nadie se ha planteado nunca con las miles de exposiciones, películas y obras de teatro donde se insulta descaradamente y sin tapujos al Jesús del cristianismo. La ley que está impulsando la administración de Putin para proteger los sentimientos religiosos de los creyentes es sólo una cortina de humo para tapar la verdadera realidad de la actuación contra sus opositores políticos.

Pero ¿dónde radica la diferencia entre la actitud cristiana y la del islam extremista frente a las críticas o burlas? Desde mi punto de vista la diferencia es cultural. No hay que olvidar que es en los países donde el radicalismo islámico se mezcla con la política donde se siguen aplicando la pena de muerte por razones religiosas y se realizan salvajadas como la de cortar pies y manos por delitos de hurto, colgar hasta la muerte a los homosexuales o lapidar a las personas que han sido sorprendidas en adulterio. Si no hay respeto por la vida de los que piensan de manera diferente, difícilmente podrá permitirse las críticas contra esta religión.

Este es un problema que afecta también a occidente. Los radicales de esta religión (como los de cualquier otra) quieren imponer su “tolerancia cero” también en los países europeos donde han sido acogidos como ciudadanos de pleno derecho. Quieren dinamitar nuestra democracia, fruto de la evolución positiva de una cultura en la que el Islam también jugó un papel importante. Es cierto que la religión cristiana se mezcló con el poder en algunas épocas y lugares pero, a pesar de este fallo, aquí se consiguió establecer una Europa democrática y tolerante donde se respetan los derechos fundamentales de sus ciudadanos siendo uno de ellos el de no estar sujeto a las normas de ninguna religión. Europa no puede permitir que se le arrebate este logro que, hasta hace relativamente poco tiempo, tanta sangre y sufrimiento le ha costado y tendrá que defender su identidad ante todo aquel que quiera poner en peligro la libertad de nuestros hijos y la de las futuras generaciones.

Hay que remontarse al siglo VIII y los siguientes a la conquista musulmana de la España visigoda para encontrar la convivencia más o menos amistosa entre religiones que tanto ansiamos hoy. En los territorios ocupados por el Islam entonces, se llegaron a acuerdos con la población cristiana y judía por ser religiones derivadas del padre común Abraham. Entonces se respetaron los cultos, ritos e incluso se desarrolló una política de pactos donde se respetaba a gobernantes y ciudadanos de determinados territorios como en el caso del rey cristiano Teodomiro que gobernó un territorio visigodo cristiano autónomo dentro de Al-Andalus. Y no olvidemos que la cultura islámica contribuyó de manera decisiva en la construcción de las bases culturales de la Europa de hoy. La época más brillante de la civilización islámica fue la de los califas Abásidas de Bagdad (750-1.528) y la de los omeyas españoles (755-1.492). Bagdad y Córdoba fueron los centros de civilización que iluminaron todo el mundo con su brillante esplendor. En el año 830 el Califa Al-Mamun fundó el Bayt al-Hikma (Casa del Saber) en Bagdad, una combinación de academia, biblioteca y centro de traducción dedicado a la transmisión del legado de las antiguas civilizaciones al mundo occidental. Un centro formado por eruditos cristianos, judíos y árabes y que se ocupó principalmente del "saber extranjero”, de la ciencia y filosofía griegas y se tradujeron y conservaron las obras de Galeno Hipócrates, Platón, Aristóteles y de comentaristas como Alejandro de Afrodis, Themistenes, Juan Filoponos, etc.

¿Se imaginan hoy una universidad donde pudieran convivir profesores cristianos, judíos y musulmanes reunidos en un empeño común? No, ¿verdad? Es una pena que ese Islam culto, tolerante y enriquecedor se encuentre desaparecido y sólo nos quede el inhumano proceder de unos extremistas cuyo único afán es imponer su manera de pensar. Al principio de este tocho infumable he escrito que la cultura marca la diferencia  y no creo sea muy difícil comprobar que los países dominados actualmente por el extremismo islámico parecen anclados en una especie de época pre-medieval dónde el progreso, al contrario de lo que ocurrió durante la época dorada de la civilización islámica, se ha detenido.

Así que Islam, sí, pero extremismo e intolerancia religiosa, no.

Adjunto una web en español para entender el Islam y diferenciarlo del extremismo terrorista con el que se confunde hoy día.

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