Allá por la mitad del siglo XIX, levantóse un día Karl Marx, mesóse su poblada barba y escribió en el ensayo Contribución a la Crítica de la Filosofía del Derecho de Hegel (1843), y sin que se le moviera un pelo, aquello de que la religión es el opio del pueblo.
Un par de años después de la aparición de la famosa frase (1848), reunióse en la Universidad de Cambridge un grupo de hombres para escribir un código muy especial. Se trataba de las normas que debía reglar un nuevo juego de pelota en el que ésta no se podría tocar con las manos. El objetivo consistiría en, básicamente, intentar pasar el esférico por debajo de la cinta que unía dos postes verticales y hacerlo el mayor número de veces posible. El que consiguiera más veces este objetivo se podía proclamar vencedor del partido.
Si Marx levantara hoy la cabeza podría, no sólo darse cuenta de su error, sino también corregir de una vez aquella desafortunada frase y creo que esta vez acertaría.
No sé cuanto nos durará los efectos de esta droga. Pero espero que, por lo menos, lleguemos a final de mes y si no ganamos, nos habrá servido al menos para olvidar durante unas semanas las dificultades. Los que nos gobiernan se frotan las manos al ver al pueblo distraído, y no digo nada si llegáramos a conseguir el título. Eso les aseguraría un verano tranquilo hasta que se disipasen las nubes rosas y nos diéramos cuenta de que el fútbol es eso: sólo un juego, antes de que volvamos la mirada triste a la cruda realidad.
De momento yo me apunto a seguir fumando un poco más de esto....
Así que el fútbol es el opio del Pueblo, y yo metiendome con Cipriani y el opus, debo meterme con Pelé y la FIFA... gracias por abrirme los ojos...
ResponderEliminarA mi ni si quiera me gusta el fútbol, pero además del efecto narcotizante, que lo tiene, creo que se pueden descubrir a través de él (como en general en los deportes, y en particular los de equipo) una serie de valores como el de la unión, el sacrificio, el trabajo en equipo, el juego limpio, la humildad, .... hemos pasado del grito de Balatuste en los juegos olímpicos de Amberes de 1920, "a mi Sabino que los arrollo" , que representaba la "furia española", esencialmente individualista, al "tocar, tocar" que representa el trabajo serio de equipo de Del Bosque, sin que los jugadores pierdan por ello su individualidad.
ResponderEliminarSi no nos quedáramos solo con el efecto narcotizante podríamos empezar a pensar en serio que de ésta se puede salir, que solo es necesario poner en práctica esos valores en la vida cotidiana, cada día, si no, la ilusión llegará solo hasta dónde llegue la selección, y nos pasará como con el rescate de la Banca, que estará amortizado antes de empezar.