He leído estos días la noticia sobre el
caso de una chica de dieciocho años que ha sido sometida a trece exorcismos con permiso del Arzobispo de Burgos (miembro, por cierto, de una conocida y conservadora institución de la Iglesia). El caso ha saltado a la prensa
porque familiares de la chica han denunciado a los padres por “la posible existencia de delito de violencia de género, lesiones y
maltrato familiar”. Dejando aparte la manipulación mediática que sitúa
el intento de suicidio de la chica al lanzarse al vacío desde un tercer piso como
posterior a los exorcismos, el caso merece un par de líneas.
Según
lo publicado en el Diario de Burgos y en otros periódicos (de los que copio casi
textualmente a continuación), la declaración de la chica ante la Policía
Nacional deja claro “que en mayo de 2012 comenzó con «unos problemas de anorexia
acompañados por problemas nerviosos de ansiedad» y que dejó de comer «por hacer
penitencia», la misma razón que le llevó a realizarse «cortes en las muñecas». Sus
padres interpretaron los ataques de ansiedad «como una posesión demoniaca»,
algo que les había sugerido un seminarista estudiante de Teología, quien
manifestó a sus progenitores que «tenía unos sueños en los que aparecía María
(nombre ficticio) siendo ahogada por un demonio». Los padres pidieron consejo y
ayuda al grupo “Milicia de Santa María” del que la madre es seguidora.
Entre septiembre y noviembre del año
2012 estuvo ingresada en el servicio de psiquiatría infanto-juvenil del
Hospital Clínico de Valladolid «por una sintomatología compatible con
anorexia». Allí confiesa a los doctores que desde hace unos meses «tiene un
demonio dentro, que es quien le engaña y motiva a hacerse daño». La finalidad
de no comer «no es adelgazar sino autocastigarse», advierte a los facultativos.
En septiembre asegura que es expulsada
de la catequesis de la parroquia de la Virgen del Rosario (Fuentecillas) -su
madre indica ante la Policía que no le prohibieron asistir, solo le aconsejaron
que dejara de ir porque «decía cosas inusuales relacionadas con el suicidio».
Algunos catequistas le espetaron que «estaba endemoniada», que tenía «algo que
no se lo curaba un médico y que iba a ir al infierno». Su padre la insultó
gravemente llamándola «hija de puta», pero que no se lo decía a ella, «sino al
demonio que llevaba dentro». Todo ello mientras la zarandeaba y la sujetaba por
los brazos.
Tras varios intentos frustrados el 24 de
septiembre de 2013 decidió acabar con su vida tirándose desde un tercer piso.
Pero sobrevivió, si bien sufrió lesiones muy graves en la columna vertebral,
las muñecas y el tobillo derecho, lo cual le dejó inicialmente postrada en una
silla de ruedas. Con anterioridad, en uno de sus primeros episodios
autolíticos, su madre le dijo: «Anda y tírate por la ventana». Su progenitora
reconoció haber pronunciado esta frase «en un momento de estrés», cuando su
hija amenazaba «con cortarse las venas o ingerir pastillas».
Tras varias conversaciones y gestiones
con un seminarista, una profesora de religión y un párroco de Burgos, llegaron
a la conclusión de que estaba «poseída por el demonio». En abril de 2014 la
llevaron al convento de San Joaquín y Santa Ana, de Valladolid, para que el
único exorcista de Castilla y León en ese momento -Burgos cuenta ahora con uno-
le liberara del diablo. La tumbaron en el suelo a los pies del altar, pero como
intentó escaparse, tras ponerse muy nerviosa, la sujetaron por los brazos y se
sentaron encima de las piernas. Mientras un señor le sujetaba la cabeza, una
señora «le ponía un crucifijo y apretaba con fuerza». Le hicieron daño y le
causaron una herida, además de colocarle imágenes de santos por todo el cuerpo.
Durante el rito, que duró entre una y dos horas, el exorcista estuvo rezando el
rosario y otras oraciones de sanación. Le hizo beber agua con sal exorcizada y
se dirigía a ella voceando expresiones como: «¿Quién eres, Satanás, Belcebú, el
diablo en persona?» Y también: «Bestia inmunda, dixi mi como tu a dominaris».
Como el diablo no contestó, concluyó que la posesión era total y le recomendó,
según la joven, que dejara de tomar la medicación prescrita por su psiquiatra.
Durante el exorcismo sintió dolor, miedo e impotencia por no poder escapar,
pese a que pidió varias veces que cesaran.
Según la denuncia, esta ceremonia se
repitió hasta en 13 ocasiones. En vista de que no tenían mucho éxito fue
obligada a rezar todos los días y uno de ellos se desmayó por llevar mucho
tiempo de pie. Su padre le dio varias patadas mientras le gritaba que se
levantara. En otra ocasión, al no querer rezar el rosario, le ataron las
piernas y las manos y la introdujeron una braga en la boca.”
La sección de
Psiquiatría Infanto-Juvenil del Hospital Clínico de Valladolid elaboró en 2012
un informe sobre el estado de salud de la muchacha en el que explica que «la
dinámica familiar se caracteriza por un fuerte componente religioso» que en el
caso de la madre y de la hija «determinan el desarrollo de un patrón
alimentario inadecuado, así como fuertes y contradictorios sentimientos de
culpa».
A la psiquiatra que la trató en esa época
le extrañó que en verano de 2012 acudiera a «campamentos religiosos, donde
realizó marchas a diario, pese a la evidente pérdida de peso que había sufrido»
meses antes.
En sus entrevistas con los
profesionales del hospital vallisoletano asegura que empezó a ayunar «como
sacrificio para ayudar a sus amigos», y como ofrenda por su «fracaso» a la hora
de modificar la ideología religiosa de sus conocidos, que consideraba
equivocada.
Y es que la religión parece invadir
todos los rincones de su existencia. Según la denuncia que presentó ante la
Comisaría, su vida siempre transcurrió «en un ambiente muy rígido y de
fanatismo religioso». En su casa solo podía sintonizar Radio María y Canal 13,
en televisión. Estaba obligada a escuchar misa diariamente y a rezar las
Laudes, Vísperas y el Rosario. Además, debía confesarse siempre con el mismo
sacerdote y tenía prohibido salir de casa a menos que fuese para ir al colegio
o para hacer los recados. Tampoco podía ir de fiesta los fines de semana y en
su declaración en la Comisaría recordó que no le dejaron asistir a la cena de
despedida de cuarto de Educación Secundaria Obligatoria (ESO), ni a la de
Navidad ni a ninguna otra de su centro educativo. Los agentes le preguntaron si
había salido de fiesta alguna vez en la vida. Y respondió: «Nunca,
prohibidísimo».
Al cine solo acudió en alguna ocasión, pero siempre para ver películas de carácter religioso, como el caso de la
‘semana del cine espiritual. Dos veces pudo acompañar a sus primos a
‘disfrutar’ de cintas de dibujos animados.
Hasta aquí lo recogido en la prensa.
En una entrevista hoy al padre Fortea aparecida en el Mundo y Religión Digital, se explaya este sobre la práctica de los exorcismos, y defiende al sacerdote que los realizó.
No puedo entender que un caso tan
claro como este, donde el fundamentalismo religioso de los padres ha influenciado en la aparición de problemas psiquiátricos, pueda ser defendido y justificado por la
Iglesia mediante el Arzobispado y la opinión del Padre Fortea. Dice Fortea que “el
de Burgos es el primer caso en que se judicializa un exorcismo realizado por un
cura católico” y, o se equivoca -cosa que me extraña por que es un experto en el tema- o quiere distraernos, u ocultarnos la verdad.
¿No se acuerda Fortea del caso de Anneliese Michel en Alemania?
Lo copio aquí de
la Wiki:
“Anneliese Michel (Leiblfing, Baviera,
Alemania Occidental, 21 de septiembre de 1952-Klingenberg am Main, Baviera, 1
de julio de 1976) fue una mujer alemana y católica que fue sometida a un
exorcismo y murió ese mismo año tras negarse a continuar con el tratamiento
médico y psiquiátrico; la investigación y el juicio subsiguientes atrajeron la
atención del público y la película El exorcismo de Emily Rose está basada
principalmente en un punto de vista sobre lo que su historia transmite. Hay dos
peliculas respecto a su caso "El exorcismo de Emily Rose", basada en
un punto de vista creyente y "Requiem: el exorcismo de Micaela"
basada en un punto de vista científico.
Cuando Michel tenía dieciséis años,
tuvo su primer ataque de epilepsia y le fue diagnosticada Epilepsia del Lóbulo
Temporal. Cayó rápidamente en una depresión y fue tratada en el hospital
psiquiátrico de Würzburg. En 1973 se volvió intolerante ante varios objetos
religiosos y empezó a oír voces. Su condición empeoró a pesar de la medicación
e intentó el suicidio. Michel y su familia se convencieron de que estaba
poseída y llamaron a un sacerdote católico para practicarle un exorcismo,
siendo rechazados inicialmente. En 1975, tras muchas reflexiones, dos
sacerdotes obtuvieron permiso del obispo local y le realizaron el exorcismo.
Anneliese murió el 1° de julio y la
investigación demostró que estaba malnutrida y deshidratada; sus padres y los
curas responsables fueron acusados de negligencia. Se probó que su muerte fue a
causa de la tensión de los ritos y la investigación concluyó que hubiera podido
ser salvada con ayuda médica de haberla tenido incluso un día antes. Este caso
atrajo la atención pública y de los medios.
Tras el veredicto de culpables, los
acusados fueron sentenciados a seis meses en la cárcel pero se permutó la pena
por tres años de libertad condicional y una fianza. El caso ha sido etiquetado
como confusión con una enfermedad mental, negligencia, abuso e histeria
religiosa.”
Veo un paralelismo claro entre los dos casos, marcados por una educación errónea y una distorsionada y exacerbada religiosidad de las familias, algo que probablemente sea común -o ha contribuido- a los problemas psiquiátricos desarrollados por estas niñas.
Sólo espero que la Iglesia y el P. Fortea admitan el error de esta aberración.
Pues eso.